El Zafiro, la más bella de las cosas

El Zafiro, la más bella de las cosas

En la India, cuenta la leyenda que la región del Himalaya estaba poblada por gigantes que, aprovechando la bruma, robaron trocitos de cielo y se los guardaron. Los dioses, furiosos por su audacia, los convirtieron en roca y estos gigantes se transformaron así en las enormes montañas que existen allí. Pero se olvidaron de los trocitos de cielo que los ladrones escondían, de manera que así es como hoy en día, se encuentran los zafiros dentro de esas montañas.

A lo largo de este tiempo hemos ido hablando de todas la gemas consideradas piedras preciosas, es decir, el diamante, el rubí, la esmeralda y nos faltaba la que hoy nos ocupa, la gema azul por excelencia: el zafiro.

Es muy bonita la etimología de la palabra ya que, proveniente del sánscrito, el término safir significaba en hebreo "la más bella de las cosas". Muy valorada desde la antigüedad, los persas creían que toda la tierra era un inmenso zafiro y que el color del cielo era su reflejo. Se le atribuían, como a otras piedras, capacidades curativas o que transmitían a sus dueños determinadas cualidades, en concreto pureza, sabiduría y sinceridad. Es por ello que se la considera la gema que representa la fidelidad.

Como su color se asociaba con los cielos y con estas virtudes, durante la edad Media, los obispos y cardenales usaban anillos con zafiro para representar su vínculo con lo divino. Hasta tal punto se la tenía como piedra mística, que hacia el siglo V se difundió la leyenda de que las tablas de la ley de Moisés estaban esculpidas en dos planchas de zafiro.

Es un mineral de la familia de los corindones, un óxido de aluminio con presencia de átomos de titanio, que es lo que le da su coloración azul. Recordad que el rubí es el mismo mineral pero con una composición ligeramente diferente. No sólo hay zafiros azules: también existen los amarillos, incoloros e incluso verdes, como podéis ver en la foto de estos pendientes.

Pendientes de mi joyería con zafiros rústicos azules y verdes. Son bonitos, eh?
Pendientes de mi joyería con zafiros rústicos azules y verdes. Son bonitos, eh?

Al igual que pasa con otras piedras, se valoran por su pureza, es decir, que sean transparentes y no tengan manchas dentro, y por la intensidad de su color. Para mi, sin embargo, y al igual que ocurre con las esmeraldas, una piedra puede ser muy bonita aunque sea rústica y con vetas: creo que a veces es lo que le da personalidad a una pieza, será que la pureza me parece aburrida...

Los más famosos siempre han sido los de Birmania (país ahora llamado Myanmar), aunque hay minas en otros lugares como Sudamérica y África. En Estados Unidos se encontraron grandes yacimientos de un zafiro de color muy particular que, curiosamente, allá por 1868, en un primer momento no fue muy valorado, ni siquiera se le consideraba un zafiro. Fue un ranchero el que envió una caja de aquellas piedras azules a Tiffany´s en Nueva York, que tras someterlas a análisis confirmaron la calidad y belleza de éstas. Tiffany´s comenzó a usar los zafiros Montana en sus diseños haciendo que fueran reconocidos y hoy en día son muy valorados, hasta el punto de que se ha acuñado el color azul Montana por ellos.

Zafiros Montana
Zafiros Montana en bruto

Se sabe que hay grandes depósitos de zafiro en la Antártida pero gracias a los convenios de preservación del medio ambiente, no se han explotado y esperemos que eso continúe así.

Es una piedra que puede presentar asterismo, ese precioso efecto de refracción de la luz que forma una estrella de seis puntas en la superficie. Uno espectacular es el Estrella de Asia, de 300 quilates en talla cabuchón que presenta una estrella perfecta. El año pasado se encontró el que se considera el más grande del mundo en Sry lanka, con un peso de 1400 quilates , del tamaño de una naranja, y valorado en 150 millones de euros.

El Estrella de Asia
El Estrella de Asia

Y por supuesto, hay zafiros famosos por su historia o su pedigrí, ya que como pasa con todo aquellos que es ambicionado por el ser humano, algunas piedras con nombre propio han llegado hasta nuestros días envueltas en un halo de leyenda. La actriz de cine mudo Mary Pickford, que fue la primera actriz a la que se le puso el apelativo de "novia de América" era una loca de los zafiros y fue la dueña del Estrella de Bombay (la famosa ginebra toma su nombre de esta piedra) cuando se lo regaló su marido en los años 30, el también actor Douglas Fairbanks.

Mary Pickford con Douglas Fairbanks, acompañados por Charles Chaplin (sin bigote)
Mary Pickford con Douglas Fairbanks, acompañados por Charles Chaplin (sin bigote)

Esta pareja fueron los Bra-Angelina de su tiempo, conocidos en todo el mundo, pero sus carreras llevaron mal la aparición del cine sonoro (y los excesos de muchos años de éxito). Mary, en su testamento cedió el zafiro al Museo Smithsoniano que es donde se encuentra ahora.

Otro muy famoso es el Zafiro Ruspoli, de rara talla cúbica, que perteneció a Luis XIV. Las joyas de la corona Francesa fueron objeto de un robo en el cual muchas desaparecerían para siempre, pero este zafiro, debido a su extraña forma, fue menospreciado por los ladrones, por lo que se salvó y hoy se encuentra en el Museo de Historia de París.

El extraño Zafiro Ruspoli
El extraño Zafiro Ruspoli

No podía faltar en la lista un zafiro con leyenda negra, y además bien documentada, el Zafiro Púrpura de Delhi. Parece ser que fue robado de un templo en la India que estaba consagrado al dios de la guerra y que ya advertía de que caería una maldición sobre el que osase robarlo: pues a pesar de ello, alguien lo hizo y el zafiro, de rarísimo color violáceo, acabó en 1857 en manos del coronel Ferris, un militar británico que lo llevó a Londres. Toda la familia Ferris comenzaría a sufrir una serie de desgracias, con suicidios incluidos, hasta que, arruinados se deshicieron de él.

Delhi-Purple-Sapphire
El Zafiro Púrpura de Delhi, tan bello como gafe

Su siguiente dueño fue un escritor y hombre de ciencia amigo de Oscar Wilde llamado Edward Heron-Allen en 1890. Curiosamente, este hombre culto y poco dado a la superstición, llegó a estar convencido por completo de que el zafiro estaba maldito a causa de la gran cantidad de infortunios que comenzó a sufrir nada más adquirir la piedra. Así que, cuando un amigo admiró la belleza del zafiro, Heron-Allen se la regaló. Y aquí viene lo gracioso, porque la sugestión se extendió también a su amigo, que le devolvió la piedra asustado por la mala racha que ésta le había traído. Unos años más tarde volvería a regalarla a otro conocido, con el mismo desenlace: el pobre Edward no se podía deshacer del zafiro ni regalándolo, así que se acercó a un canal del río Támesis y lo tiró.

Pero al cabo de tres meses, unos hombres que estaban dragando el canal lo encontraron y lo llevaron a un joyero para venderlo. Este joyero reconoció la piedra, la compró y, pensando que le hacía un favor, se la devolvió a un atónito Heron-Allen, que quedó convencido de que la maldición de la piedra era intransferible y que no podía dejar un objeto tan peligroso al alcance de cualquier inocente. Decidió entonces meterla en una caja sellada y cederla al Museo de Historia Natural con instrucciones de que no fuera abierta hasta después de su muerte y que no debía permitirse a nadie de su descendencia ni siquiera tocarla.

Edward Heron-Allen, pensando en como deshacerse de la piedra
Edward Heron-Allen, pensando en como deshacerse de la piedra

En 1943 se abrió la caja y el zafiro fue expuesto siguiendo las instrucciones de su ya fallecido dueño. dentro de la caja se encontró una nota de Heron-Allen que decía:"A aquel que abra esta caja, que lea esta advertencia y luego haga lo que le plazca: mi consejo es que tiren esta maldita piedra al fondo del mar"

El zafiro quedó expuesto en el museo y parece que no ha dado muchos problemas, aunque en 2004, cuando un miembro del museo lo llevaba a una exposición, sufrió un accidente de coche , seguido por un cólico de riñón. Se ve que la maldición sigue haciendo de las suyas...

Tip: Zafiros falsos. El método de laboratorio Verneuil produce unos zafiros sintéticos de bastante calidad, a veces difíciles de distinguir a ojos no expertos. Otra cosa es el tratamiento que se le puede dar a un zafiro natural para intensificar su color, calentándolo a 1300º C. Este proceso está permitido, pero debe constar en el certificado de la piedra.

Fuentes : GIA (Gemologic International Agency), IGE (instituto Gemológico de España)