A pesar de que el oficio se me daba bien, lo cierto es que nunca pensé que acabaría siendo mi medio de vida. Era yo un chico demasiado inquieto, quería hacer mil cosas, ver todos los países, leer todos los libros.
No tenía paciencia para estar largas horas haciendo lo mismo, me interesaban muchas cosas diferentes.
Así que, en mi juventud, realicé distintos estudios: de fotografía, química, diseño, historia, arte...Durante años, abandoné la orfebrería y fui aprendiz de mucho, maestro de nada.
Pero un día me di cuenta de que todo lo que había aprendido lo podía aplicar a este trabajo, que esos conocimientos eran material e inspiración para realizar creaciones de joyería.
De mi pasión por la historia, nació la Colección Antiques, hecha con antigüedades.
De mi interés por el arte, surgieron joyas de diseño contemporáneo, inspiradas por ejemplo, en cuadros de Kandinski, en películas de Kubrick, en edificios de Norman Foster.
Las ciudades y los paisajes que vi, me nutrieron formas y conceptos que plasmar. Me di cuenta de que, tras esos años errantes, había encontrado mi camino y mi lenguaje.
Y supe también que las cosas que valen la pena necesitan tiempo y paciencia.