La joya extraterrestre de Tutankamon
Si hablamos de la orfebrería en la Historia no podemos dejar de acercarnos al Antiguo Egipto: la calidad de sus artesanos y las cotas de lujo y refinamiento que alcanzaron, nos han legado algunas de las piezas más increíbles, suntuosas y sorprendentes de este arte. Si pensamos en esta cultura, en las imágenes que nos vienen a la mente predomina el dorado. Y aunque son muchos los tesoros egipcios que, de distintas épocas, se pueden contemplar en los museos de medio mundo, quizás el más famoso por su calidad y volumen sea el del faraón Tutankamón.
No fue el rey Tut uno de los faraones más importantes ni mucho menos: murió muy joven, presumiblemente de malaria y su gobierno duró apenas nueve años, hacia el 1318 a.C. Aun así tuvo tiempo de restaurar el antiguo culto religioso a Amón y los otros dioses de la religión tradicional, que su antecesor Akenatón había suprimido unos años antes, en uno de los primeros experimentos de monoteísmo de la Antigüedad.
La importancia de Tutankamón se debe a que su tumba no fue saqueada porque era un sepulcro relativamente pequeño y que al quedar enterrado, escapó a la codicia de los ladrones de tumbas que durante 3000 años, fueron robando los tesoros de las otras tumbas reales, sabedores de las riquezas que en ellas se guardaban.
Así que fue precisamente su poca importancia lo que lo convirtió en tan importante: al estar intacta su tumba, ésta nos ha dado muchísima información y nos ha permitido conocer con precisión aspectos de la vida de aquella época de los que sólo se tenían indicios.
Y todo esto se lo debemos a un arqueólogo tenaz y riguroso que dedicó su vida y arriesgó su reputación para encontrar esta tumba en 1922: Howard Carter. Después de muchos años de estudio sobre el terreno, este egiptólogo inglés estaba convencido de que tenía que existir este sepulcro en el Valle de los Reyes y logró convencer a un adinerado aristócrata británico, Lord Carnarvon, de que financiase el proyecto. Pero las cosas se torcieron en más de una ocasión: pasaban los meses y no aparecía nada digno de importancia, así que Carnarvon amenazaba a Carter con cortar la financiación. Pero Carter, hombre tozudo, fue capaz de transmitir tanta seguridad que pudo seguir excavando unos días más. Cuando apenas quedaba un día para que expirase el plazo que Carnarvon le había dado, casi en el último minuto, un niño de 10 años que llevaba agua a los obreros encontró un escalón que descendía en la excavación. Tras profundizar más, apareció una puerta sellada desde hacía tres milenios. Imaginaos la emoción que pudieron sentir, más aun, cuando tras cortar el sello con cuidado, accedieron a una sala en la que el tiempo se había detenido en el 1327 a.C.
Todo el ajuar funerario de Tutankamón estaba allí: desde su sarcófago, sus impresionantes joyas y armas, hasta sus sandalias de oro o sus vestimentas, algunas de las cuales se deshicieron en polvo sólo con intentar tocarlas. Gracias a lo riguroso que era Carter, todos estos tesoros, nada menos que 5800 objetos, se pudieron inventariar y clasificar científicamente, labor que le llevó nada menos que 10 años.
Quizás la pieza más conocida para todos nosotros sea su maravillosa máscara mortuoria, hecha con 11 kilos de oro puro incrustado con cornalina, lapislázuli y turquesa representando el rostro del faraón a la edad de su muerte, 19 años. Esta máscara estaba cubriendo la cara de su momia, la cual estaba a su vez dentro de tres sarcófagos a modo de muñeca rusa, siendo el más interior de oro macizo y con un peso de 110 kilogramos.
Todos sabemos que los egipcios momificaban a sus muertos para preservar el cuerpo que el difunto necesitaría en la vida que vendría después de la muerte y durante su viaje al otro mundo. Con ellos enterraban también todas las cosas necesarias para esa nueva vida como ropas, alimentos, armas...No es que pensaran que el muerto se iba a alimentar con esa comida, la cosa era más sutil: el Ka era una parte del alma, presente en todo lo que tiene vida y estaba indisolublemente unida al cuerpo, por eso había que embalsamarlo. El Ka del difunto se alimentaría del ka de los alimentos, no de la parte material.
La momia apareció acompañada de ánforas de vino en la que estaba anotada el tipo de vino y la cosecha (se ve que era un gourmet) y un ejército de Ushebtis, unas figuritas que cobrarían vida y se ocuparían de las cosas que a ninguno nos gusta hacer: fregar, limpiar...
La joyas que se encontraron son impresionantes: amuletos, brazaletes,collares y anillos, además de un carro de batalla de oro, numerosas ánforas talladas en alabastro y muebles también de oro.
Y una de las más curiosas que apareció, es la que he usado para atraparos en el artículo de hoy, con un título un tanto sensacionalista, pero que no es incorrecto en absoluto. Me he aprovechado de las pamplinas que mucha gente dice sobre el Antiguo Egipto: que si los marcianos hicieron las pirámides, que si inteligencia extraterrestre...las explicaciones "fáciles" que solemos dar a aquello que no entendemos hasta que la ciencia, antes o después, se encarga de dar la solución.
El precioso pectoral de oro y piedras que veis en la foto tiene en el centro un escarabajo amarillos-verdoso que Carter identificó en sus momento como un tipo de ágata. Sin embargo, recientes análisis con nuevas técnicas han demostrado que el escarabajo está hecho de una piedra mucho más especial. Os cuento: en el desierto de Libia aparecen de vez en cuando unos extraños cristales que se formaron por el impacto y explosión de un objeto del espacio, en este caso, un cometa. Efectivamente, el choque de un cometa contra las arenas del desierto produce una explosión a tal alta temperatura, que el sílice se funde y se cristaliza creando un vidrio del que podemos afirmar correctamente, que tiene un origen extraterrestre. Es evidente que en la época de Tutankamón, aunque no conocieran su origen, ya consideraban estos vidrios del desierto como una gema exótica, de una rareza tan inusual que la hizo merecedora de ser el centro de esta joya del faraón.
Las técnicas empleadas por los orfebres de entonces todavía se siguen usando, pero muchas veces cuando contemplo algunas de sus piezas, me asombra la perfección que alcanzaron. Y sobre todo, llama la atención su estilo: aunque necesariamente ostentoso, es también depurado y elegante. Usaban mucho el lapislázuli y otras piedras semipreciosas, además de la fayenza, que es una cerámica vidriada hecha a partir de arena fundida.
Pero el objeto que a mi me llama más la atención es uno nada espectacular, pero de un simbolismo enternecedor: un cofrecillo en el que había un mechón de pelo de la abuela de Tutankamón, un recuerdo que debía ser de gran valor sentimental para él.
Y está claro que no podemos hablar de todo esto sin tocar el tema de la famosa maldición. Me encantan las historias de miedo pero en este caso, creo que fue algo creado de una manera un tanto artificial, pero vamos a verlo porque la cosa tiene su morbillo. En el sello que cerraba la puerta de la tumba, había una inscripción que decía:
"La muerte golpeará a aquel que turbe el descanso del faraón"
Tenemos que tener en cuenta que el descubrimiento tuvo un enorme impacto mundial generando una ola de interés en Occidente por el Antiguo Egipto como nunca se había visto: los medios dieron muchísima cobertura al hallazgo y cuando, casualmente, fallecieron algunos miembros de la excavación, el espectáculo estaba servido. Las historias de miedo venden muchos periódicos y todo se adornó de manera poco rigurosa, extendiendo la fama de la maldición como la pólvora. Sin embargo, la verdad es que este tema no resiste un análisis un poco serio: Lord Carnarvon murió a los pocos meses en el Cairo a causa de una infección causada por una pequeña herida, pero no es nada muy extraño si consideramos que era un hombre ya enfermo y no existía la penicilina. Algunos miembros del equipo murieron a lo largo de los años, pero otros tantos vivieron largas vidas, como el mismo Carter, que falleció a los 64 años y debería haber sido sobre el que recayera con más furia la maldición.
Lo que si es cierto es que hoy en día los egiptólogos, cuando abren una tumba, dejan que se airee unos días antes de entrar, ya que está demostrado que pueden haber encerrados en ellas algunos tipos de hongos tóxicos. Esto podría ser una explicación a alguna de las muertes atribuidas a la maldición.
Antes de despedirme por hoy, quiero enseñaros una de las últimas piezas que he realizado en mi taller con un amuleto egipcio auténtico. Se trata de un Bastet, que era la diosa de la alegría, la armonía y la felicidad. Se representaba con forma de gato y por esa razón estos animales eran sagrados en el Antiguo Egipto. Es de la Baja Época, de entre los años 664 a 525 antes de Cristo y como todas las joyas de mi Colección Antiques, es una pieza única.
El amuleto, de fayenza, lo he adquirido de un prestigioso anticuario y está certificado. Le he hecho una montura de oro que la realza y protege, para que pueda ser usada 2500 años después, en una fusión de la orfebrería moderna con el arte de los antiguos. ¡Espero que os guste!
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