El Salón de Ámbar: un misterio sin resolver
No todas las joyas son para llevar puestas: a veces el gusto (u obsesión) por el lujo puede producir obras como la que hoy vamos a tratar. El rey de Prusia se levantó una mañana y se dijo que el salón de su palacio necesitaba una reforma, así que convirtió toda una estancia en una joya valiosísima que se llegó a considerar por entonces la Octava Maravilla del Mundo. Lo que pasó después daría para el guión de una peli de Indiana Jones con tesoro ,nazis y todo.
Tenemos que remontarnos a 1701 , año en el que Federico I de Prusia encargó al escultor prusiano Schluter y al orfebre Wolfram que forrasen un salón del Palacio de Berlín con oro y ambar. Estos dos artistas hicieron un impresionante trabajo de siete años y el resultado fue espectacular y suntuoso a más no poder. Imaginaos un salón enorme cuyas paredes están hechas de miles de piezas de oro y ámbar de la mayor calidad, del suelo al techo, formando barrocos e intricados mosaicos.
Pero ante todo ¿ qué es el ámbar? Pues es una piedra semipreciosa que tiene un curioso origen: en lugar de formarse como los minerales, el ámbar procede de la resina fosilizada de las coníferas. De la misma manera que los huesos de los dinosaurios o las hojas de las plantas se fosilizaron con el paso de millones de años, también la resina de los árboles puede fosilizarse y convertirse en piedra. Todos hemos visto alguna vez el color tan bonito que tiene la resina de un árbol: si se dan las condiciones adecuadas y pasan entre 50 y 75 millones de años, esta resina puede convertirse en ámbar, adquirir dureza y tener un precioso color y brillo. Antiguamente se consideraba que tenía efectos medicinales e incluso mágicos.
Hay ámbar de muchos colores , aunque el más conocido es el que tiene un color parecido al de un cognac de los buenos, y a veces ocurre que un insecto que se quedó pegado a la resina se fosilizó dentro del ámbar y se conserva como congelado en el tiempo ¿Os acordáis de Parque Jurásico?
En los tiempos en los que se hizo el Salón, el ámbar era muy difícil de encontrar, siendo mucho más caro que el oro. Y el saloncito llevaba 6 toneladas...
Volviendo a la historia, Federico le regaló el salón entero al zar Pedro I para congraciarse con él, ya que en esa época era un importante aliado. Así que los rusos, encantados con el regalo, se lo llevaron a San Petersburgo y lo montaron en el Palacio de Catalina. Presumieron de él durante muchos años y cuando, al llegar la Revolución en 1917, se les acabaron los buenos tiempos, el salón quedó milagrosamente intacto y se preservó como un tesoro nacional durante los primeros años de la Unión Soviética.
Pero en 1940 estalla la Segunda Guerra Mundial y como en todas las guerras, los invasores son muy aficionados a llevarse todo lo que tenga valor de los países ocupados. Los alemanes se llevaron de los países ocupados tesoros, cuadros, obras de arte e incluso vinos de gran solera. Cuando las tropas alemanas se acercaban a San Petersburgo , que ahora se llamaba Leningrado, los soviéticos intentaron trasladar apresuradamente el salón, pero no podían hacerlo sin destrozarlo, así que lo cubrieron con papel a ver si colaba.
Pero no coló: los alemanes iban ya con la idea entre las cejas. Llevaban una lista de los tesoros y obras de arte que iban a saquear y el Salón de Ámbar estaba entre ellos. Al tomar Leningrado lo desarmaron cuidadosamente y se lo llevaron al Castillo de Konigsberg donde fue exhibido en 1941.
Sin embargo, con el giro del conflicto, pronto pasaría Alemania de ser potencia ocupante a país ocupado y en 1945 , el Ejército Rojo de la URSS asediaba Konigsberg. Las autoridades nazis intentaron evacuar todos los tesoros y aquí es donde se le pierde la pista, en el caos del desplome de la Alemania nazi.
¿Qué suerte corrió el Salón?
Un gran misterio envuelve los sucesos posteriores. Existen varias hipótesis sobre su destino: unas apuntan a que pudo ser evacuado a un barco pero que éste fue hundido en los combates. Otras aseguran que fue destruido durante los bombardeos soviéticos. Incluso se ha dicho que podría estar en un vagón de tren que ha sido detectado bajo tierra en unos túneles recientemente descubiertos gracias a investigaciones hechas con georadar en 2015.
Pero lo más seguro al parecer, es que el salón se fragmentara y que esté repartido en miles de trocitos cuyos dueños no saben de su increíble procedencia.
En 2003 , con fondos aportados por unas empresas alemanas, se realizó una copia y el trabajo se encargó a un grupo de artesanos rusos y alemanes. Se puede ver hoy en día en el Palacio de Catalina en San Petersburgo.
Quién sabe si algún día tendremos nuevas noticias del original...
¿Sabías qué?...El ámbar más conocido siempre fue el del báltico pero desde hace tiempo Chiapas, en Mexico, se ha convertido en una potencia a nivel mundial por su abundancia y calidad, y es un motor de la industria local. En República Dominicana ocurre lo mismo y tienen además una variedad azul que es espectacular, como podéis ver en la siguiente foto. Hay que tener cuidado con las imitaciones, porque el ámbar es fácil de falsificar y mucho del que circula es hecho a partir de distintos tipos de polietileno o bien con resinas que no son fósiles.